Las variaciones extremas en el clima y en los fenómenos naturales, como las inundaciones constantes, el deshielo presurizado, el
sobrecalentamiento de la tierra y el mar, el aumento en la periodicidad de huracanes y sismos, la inseguridad alimentaria, la extinción
de especies en tiempo récord y la destrucción de ecosistemas, entre otros, son los efectos de las actividades antropogénicas que
emiten sin restricción alguna, los gases de efecto invernadero (Useros, 2013). El efecto invernadero, también es un fenómeno natural
que tiene como objeto conservar la energía calorífica mediante la absorbancia de la radiación solar por parte de gases como el metano
(CH4
), el dióxido de carbono (CO2
) y el óxido nitroso (N2O) entre otros gases (IDEAM, 2007), y que por lo tanto es necesario para
preservar la vida en la tierra. Sin embargo, al aumentar la cantidad de gases, se altera el flujo natural de la energía en la atmósfera y
aumenta la temperatura terrestre, el bien llamado calentamiento global, que es determinante en la variación del clima (Orizaola, 2017).
En el informe presentado por la Organización Meteorológica Mundial ante la cumbre de Líderes sobre el Clima del 22-23 de abril de
2021, revela que se agota el tiempo para actuar ante el escenario climático, puesto que en la década de 2011 a 2020 fue la más cálida
jamás registrada y los gases de efecto invernadero siguen aumentando, principalmente el CO2
(Gutierres, 2021). El artículo 1 de la
convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático declara que “El cambio climático se atribuye directa o
indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima
observadas durante periodos de tiempo comparables” (Naciones Unidas, 1992).
La responsabilidad del cambio climático no solo recae en las industrias sino en cada uno de los habitantes de una ciudad. De acuerdo
con Rivas (2011) las universidades no solo son consideradas empresas sino que debido a su extensión, infraestructura, población,
estilos de vida, cultura y ambiente también se consideran “ciudades interiores” que brindan educación avanzada para generar
profesionales con la capacidad de desarrollar sus conocimientos y aplicar tecnologías para la resolución de problemas sociales,
económicos y ambientales, lo que compromete el futuro de las nuevas generaciones y su calidad de vida, de este modo, es que el
compromiso de las instituciones no es solo ético, sino práctico, con acciones que integren la enseñanza, la investigación y la extensión
en pro del bienestar ambiental y en concordancia con la responsabilidad social corporativa de este tipo de institución.
Específicamente, La Universidad Autónoma de Bucaramanga dentro de su plan de desarrollo, señala como objetivo retador para el
2024 el de crear una comunidad educativa global y sostenible, siendo este último término, la clave para que las generaciones futuras
puedan satisfacer sus propias necesidades y para ello, la generación presente debe asegurar un desarrollo económico y social sin
efectos adversos en el medio natural (Gutiérrez, 2015). Así mismo, se cuenta como reto estratégico la responsabilidad social
universitaria. Un reto que exige trabajo en equipo con los grupos de investigación en pro del cumplimiento de los objetivos de
Desarrollo Sostenible y los principios del Pacto Mundial de Naciones Unidas (United Nations Global Compact, 2018), de los cuales se
resaltan tres en el área ambiental:
Principio 7: las empresas deberían apoyar un planteamiento preventivo con respecto a los desafíos ambientales.
Principio 8: las empresas deberían llevar a cabo iniciativas para fomentar una mayor responsabilidad ambiental.
Principio 9: las empresas deberían promover el desarrollo y la difusión de tecnologías respetuosas con el medio ambiente.
En consecuencia, se propone la elaboración de un Plan de Acción Climática (CAP) como estrategia robusta y adaptable, para contribuir a
las acciones por el clima desde los compromisos institucionales en la materia. El (CAP) es una hoja de ruta que explica cómo la
universidad pretende lograr un carbono neutro en un tiempo determinado y razonable; donde se definen prioridades y se describen las
estrategias y acciones asociadas al plan de estudios, a la infraestructura física, a la investigación y a las experiencias con la comunidad
académica, administrativa y población común, que permitan reducir y controlar la huella de carbono institucional y aumentar las
remociones o su compensación. El Plan requiere de un estudio de escenarios conductuales del sistema operativo y educativo interno,
así como del relacionamiento socioambiental con el entorno, siendo la base fundamental para plantear esfuerzos innovadores y
exitosos la descripción de los indicadores y mecanismos de rastreo del progreso en las metas establecidas.
Este proyecto no solo sería la evidencia del compromiso absoluto con el desarrollo sostenible, sino que sería el avance hacia una
posible certificación de la institución como “Carbono Neutra” por el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (ICONTEC)
y su participación en el ranking de las universidades sostenibles a nivel nacional e internacional, con los consecuentes beneficios que
esto conlleva en materia de visibilidad, reconocimiento y acceso a convocatorias y recursos en temas ambientales.
Finalmente se resalta, la ejecución multidisciplinar del proyecto ya que se involucran áreas de ingeniera, matemática, pensamiento
sistémico, ciencias naturales y finalmente mercadeo, con el propósito de transformar la dependencia UNAB Ambiental en una unidad de negocios ambientales, que fomente el desarrollo de las acciones a ejecutar en el PAC, así como el financiamiento de las mismas.
• Caracterizar la línea base de las fuentes y emisiones de gases de efecto invernadero (directas e indirectas), en los distintos campus de la Universidad para los años 2019, 2020 y 2021, en concordancia con la metodología ISO 14064:2019 y el GHG protocolo.
• Analizar el comportamiento de las interacciones entre los atributos de un “complejo socio-climático universitario” mediante la aplicación de una metodología de causalidad o de dinámica de sistemas.
• Diseñar los instrumentos para la implementación del CAP (Plan de Acción Climática), así como sus objetivos, metas, indicadores, estrategias y actividades prioritarias en relación a la huella de carbono y las acciones complementarias
o transversales “no huella de carbono”, para el mejoramiento del desempeño socio-ambiental integral de la institución.
• Definir el modelo conceptual de una unidad de negocios ambiental y su posible portafolio de servicios, basado en la infraestructura civil, energética y ecológica de la institución y en un enfoque diferenciado en consultoría socio-ambiental.